LA BOLSA DE BIELSA

LA BOLSA DE BIELSA, fue el último de los episodios bélicos de la guerra española entre los sublevados y el ejército de la República en el Frente de Aragón. Simbolizando la tenaz resistencia de "LA 43" División Republicana.
El éxodo de población civil, unos 5000 hacia Francia fue un ejemplo de organización y solidaridad del ejercito republicano con el pueblo Aragonés.

8/5/20

EL FINAL DE LA BOLSA DE BIELSA


Guerra en el Pirineo aragonés, el final de la Bolsa de Bielsa 

[Antonio Gascón Ricao]

Prólogo

Próximo a cumplirse un nuevo aniversario del final de la Bolsa de Bielsa, no implica que no queden todavía en el tintero algunas pequeñas historias personales que no dejan de ser puras anécdotas, del mismo modo que todavía perviven determinadas leyendas locales. Anécdotas o leyendas que en un momento dado solo han servido para restar luz a la bravura desplegada por los combatientes de la 43ª División republicana durante aquellos duros días de 1938.
Otro motivo a tener en cuenta es el tratamiento que se ha estado dando a la historia de la Bolsa de Bielsa en la popular Wikipedia, donde tras fusilar a varios autores sin citarlos, la desfachatez llega cuando únicamente se cita como referencia bibliografica a dos autores muy concretos: al español Salas Larrazábal y al inglés Hugh Thomas, que lo único que proporcionaron en su época fueron unas notas biográficas harto discutibles, y en ambos casos sobre Antonio Beltrán, “el Esquinazau”, jefe de la 43 División durante los días de Bielsa, y un par de cortos y breves comentarios sobre una batalla que duró desde mediados de abril hasta mediados de junio de 1938, olvidando el anónimo redactor de dicho artículo que Salas Larrazábal fue el personaje que ocultó el papel jugado por la aviación franquista en la destrucción de Bielsa, o que Hugh Thomas en su última edición de 2018, supuestamente revisada, no enmedó los errorres que venía arrastrando desde 1976, cuando en aquel año ya existía suficiente literatura para ello, referida tanto a la Bolsa, como al propio Beltrán.
Imágenes en PDF del pueblo de Bielsa antes y tras la batalla. Haz clic aquí para su consulta. Fuente: Biblioteca Digital Hispánica.
Por otra parte, en medio de las actuales celebraciones anuales de homenaje, los organizadores acostumbran a dejar en el olvido que la recuperación de aquella memoria histórica tuvo lugar en una fecha tan próxima como es 1983, o sea 45 años después, dado que hasta aquellas fechas nadie se había preocupado en lo más mínimo por lo acaecido en Bielsa durante los terribles días de 1938. Trabajo que por una pura casualidad provocó unos años después una primera exposición en Bielsa en 1991, el primer homenaje público al que asistieron gran cantidad de protagonistas, en aquel entonces todavía vivos, y como consecuencia final la publicación de un libro que durante años devino en clásico, o la apertura de un espacio propio en el Museo Etnológico de Bielsa.

Los olvidos

En la actualidad, y dentro de los homenajes anuales, no se tienen en cuenta varias cuestiones, como por ejemplo que Antonio Beltrán Casaña, “el Esquinazau”, fue nombrado jefe de al 43ª División, el 27 de marzo de 1938, y justamente cuando la división marchaba camino de Ainsa y Bielsa, tras la huída del anterior jefe, Escassi Cebada, nombramiento que provino de Barcelona y más concretamente de la mano de José María Benet, jefe de los pirenaicos, delegado del gobierno catalán para darle el mando. Del mismo modo en la actualidad se sigue haciendo enfasis al respecto de la odisea de la sufrida población civil por su obligado éxodo a Francia, que con todo su evidente interés humano, no fue en realidad más que otra operación militar dentro del conjunto de operaciones divisionarias republicanas, ya que dicho éxodo se realizó por orden directa del mando republicano (Beltrán) y cuando todavía no se habían iniciado los combates propiamente de la Bolsa. De ahí se puede explicar el éxito de aquella retirada civil, y el motivo pasó por el hecho de que la 43ª División, para poder llevarla a efecto, puso a disposición del elemento civil en retirada todos los medios que entonces todavía tenía a su alcance.
Por otra parte, aquella operación militar encaminada a salvar a la pacífica población civil, a la vista de lo que previsiblemente se les venía encima, estaba pensada de manera práctica con la intención de restar con ella bocas improductivas cuando empezaran los combates, y por lo tanto con la idea de poder alargar al máximo los limitados víveres con los que contaba en aquellos días los combatientes efectivos de la división, al estar la frontera francesa cerrada a cal y canto por el Comité de No Intervención.

4) Retirada civiles
Civiles retirados de Bielsa en abril de 1938, Museo de Bielsa.

De aquel modo, concluida la batalla del día 6 de abril de 1938, que había tenido lugar a todo lo largo del tramo de la carretera existente entre Fiscal y Ainsa, durante la cual la 3ª Brigada de Navarra franquista, había sufrido en sus filas el precio de su tenaz persecución de la retaguardia de la 43ª División republicana, lo volvió a pagar con creces en el pueblecito de Fanlo al caer allí su batallón alpino en una emboscada republicana:
“El flanco derecho lo ataca el Batallón Especial Alpino en Fanlo, siendo rechazado, con incalculables pérdidas, se cogieron muchos fusiles automáticos alemanes que era el armamento de aquella unidad especial .”
Así que mientras los franquistas seguían peleando en la limpieza de la carretera de Broto y sus alturas, desde el día 7 y hasta el 14 de abril, séptimo aniversario de la maltrecha República española, de forma voluntaria traspasó la divisoria por el puerto Viejo de Bielsa la mayor parte de la población civil de la zona republicana, junto con una parte importante de civiles de otros pueblos de la comarca que habían decidido seguir de forma voluntaria a la división en su retirada. Un contingente formado por algo más de seis mil personas, cinco mil en números de Beltrán.
Gracias al periodista Clemente Cimorra y a su obra Los héroes del Pirineo español se conocen los detalles de aquel operativo: “Habían sido colocados puestos de cocina, escalonadamente; puestos de café y coñac, para reanimar la sangre y el ánimo de los que caminaban. Se atendía y se auxiliaba a las mujeres; se transportaba con toda precaución a los heridos. La caravana de los desarraigados de los valles, a través de la nieve, debe también su salida ordenada a la División.”
En aquella evacuación participaron, como auxiliares, dos compañías pertenecientes al batallón hipomóvil de la división, constituido por 400 mulos, quedando exentos de ella, por excepción, todos los hombres útiles comprendidos por su edad en las órdenes de movilización del gobierno de la República, que en su caso fueron dedicados a trabajos auxiliares, como fue el de las necesarias fortificaciones de resistencia. Mientras que una treintena de ellos fueron los encargados del trabajo de ayuda a la evacuación, formando dos grupos. En uno de aquellos grupos que trabajan de forma alternativa estaba Antonio Ferrer un muchacho de 14 años, vecino del valle y voluntario.
Durante el transcurso de la dicha operación, el Estado Mayor de la división también decidió el envío a Cataluña de 500 cabezas de ganado, procedentes de los rebaños acarreados a retaguardia por los mismos combatientes durante la retirada, al considerar el mando divisionario que ya tenían suficiente carne para el futuro abastecimiento de la tropa, carne que sirvió para paliar en algo la hambruna que sufría Cataluña.
Es por todo ello que la cruda realidad de aquellos hechos supera con creces determinados sueños románticos personales, o a las historias narradas al calor de la lumbre, superados en ambos casos por la fría realidad de un vulgar documento o por la imagen amarillenta de una vieja foto, que sirven de mentís al tópico local o a la historia folclórica.

Ocultaciones, leyendas y tópicos

Otra cuestión que hoy en día queda en el olvido es el criminal papel que jugó la aviación franquista durante aquellos mismos hechos, ya que al igual que en el caso concreto de Guernica, el régimen franquista ocultó cuidadosamente durante largos años la eficaz actuación de su aviación de caza y bombardeo sobre Bielsa. Y el motivo no era pequeño, ya que con ello se trató de adjudicar a la Ejército republicano el triste papel de verdugo del pueblo, haciendolo responsable directo de la destrucción sistemática y metódica de los valles de Bielsa y de Plan, un hecho hoy desmentido por múltiples documentos, testimonios y por la oportunidad de unas cuantas fotografías de la época, que muestran los Junkers actuando en la zona, o los impactos de las bombas aereas en los pueblos.
Igual sucede con la leyenda de la central eléctrica de Lafortunada, según la cual ésta se mantuvo intacta y en activo durante todo el tiempo que duraron aquellos hechos, y en su caso abasteciendo de electricidad a Bilbao. Una historia fomentada y alimentada por la buena fe de los naturales de la región o por algún supuesto testigo muy interesado en demostrar las bondades de su bando particular, cuando en la guerra, tristemente, vale todo.
Otro de los tópicos es el del firme empecinamiento de la 43 División por resistir a ultranza en Bielsa, cuando la realidad fue muy distinta. Ya que tras la aparatosa caída del frente republicano de Aragón en marzo de 1938, y la posterior llegada al mar Mediterráneo de las vanguardias fascistas, la República estaba falta de ejemplos, y por lo mismo necesitada de crear como fuera algún mito similar a los del Alcázar de Toledo o del Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza, símbolos ambos del enemigo, que en su caso permitiera poder contraponerlo como ejemplo del heroísmo del Ejército Popular, pensando siempre en la necesaria propaganda de guerra con la cual se pretendía elevar la moral de sus alicaídos combatientes republicanos. Un ejemplo de ello fue el caso de la resistencia de Bielsa, al potenciarla la propaganda republicana desde las portadas de la prensa, “la gloriosa división que tiene a raya y diezma al enemigo en el Valle de Arán (sic)”, o con una oportuna campaña de homenajes y ascensos, con la publicación de libros y folletos, con emisiones especiales de sellos conmemorativos, sin olvidar las oportunas condecoraciones colectivas.
Cuestión diferente fue que la 43 División, al verse puesta ante la disyuntiva de tener que pasar a Francia o de resistir en Bielsa aceptara el reto, asumiendo en sus propias carnes, el alto precio que le representaría aquella desigual resistencia, a gran diferencia de otras unidades republicanas que huyeron a la desbandada pasando la muga sin excesivos cargos de conciencia, incluidos entre ellos todos los jefes del X Cuerpo de Ejército republicano, incluido su jefe Miguel Gallo, del cual la 43 División dependía orgánicamente, perdiendo así los suministros y la cartografía.

Los planes alternativos de Beltrán

Que era previsible el sacrificio de la 43 división queda fuera de toda duda, pero tal vez pensando en ello Beltrán no tardó en presentar a Negrín una propuesta, que pasaba por retirar a Francia, de forma escalonada, la mayor parte de la unidad. En paralelo, se deberían infiltrar a través de las discontinuas y quebradas líneas enemigas, una serie de partidas muy seleccionadas de guerrilleros, que tendrían como misión intentar situar su cuartel general en los montes de El Castellar, y más concretamente entre los frondosos pinares de Zuera, situados éstos a medio camino entre las provincias de Huesca y Zaragoza.

2) Antonio Beltrán
Antonio Beltrán, jefe de la 43ª División,  Familia Beltrán.

Un lugar idóneo al combinarse en él una escarpada y boscosa geografía y la vecindad de una Francia neutral, lo que constituía un marco más que adecuado donde poder desarrollar con un cierto éxito aquel tipo de lucha. Pero al final la idea no cuajó en Madrid, al no ser el PCE partidario de aquel tipo de lucha y con indiferencia de que Negrín ya había creado el mes de octubre anterior el XIV Cuerpo de Guerrilleros.
Buscando otra alternativa, pero con la idea puesta en subir la moral de la tropa, Beltrán, ante la destrución por el enemigo del pequeño aeródromo de Belsierre, tuvo la idea de construir otro aeródromo alternativo en el llano de Pineta, con la intención de poder basar en él unos cuantos aparatos de caza, con los cuales se podría hostigar eficazmente la retaguardia enemiga, y más en concreto a la aviación rebelde que estaba basada en el cercano aeródromo de Castejón del Puente, proyecto en cual se estuvo trabajando hasta el último día.
De hecho la visita de Negrín y de Vicente Rojo a la Bolsa en mayo, junto al intento de romper el cerco, donde para lograrlo la 43ª División tendría que abrirse paso luchando con sus propios medios por Ainsa hasta el Grado y por Collado Sahún hasta Graus, En su apoyo se inició una gran operación republicana , con las divisiones 35 y 3 del XV C.E. republicano en puente Serós, con la intención de reconquistar la línea Cinca, lugar donde debería converger la 43ª Divisió, que unido a la existencia de aquel aeropuerto republicano, del cual tuvo noticia el enemigo por un huído de Pineta, pudo ser lo que provocó que el estado mayor fascista diera la orden del asalto final a Bielsa.
De esta manera, la 43 División fiel a la consigna lanzada desde Madrid de que “Resistir es Vencer”, mantendrá contra viento y marea el tipo sola y aislada durante 72 largos días de asedio, de los que hoy vamos a resaltar los 11 últimos, de hecho los más trepidantes de aquella epopeya.

Los días finales

Como preludio de lo que se venía encima a los componentes de la 43 División, y cuando ya llevaban 54 días de asedio, los días 7 y 8 de junio de 1938, varias escuadrillas fascistas de bombarderos Savoia-79 y Junkers-52, procedentes estos últimos de Calamocha, efectúan un total de 24 servicios sobre la Bolsa, lanzando a su paso una alfombra de bombas incendiarias sobre los pueblos de Bielsa, Plan, Laspuña y Tella, mientras que sobre las vías de comunicación cayeron las temibles rompedoras. Incursiones aéreas fascistas que recogerá en su “parte” diario, el “Diario de operaciones” de la 72ª B.M.:
“A las 9,30 (del día 8) nueve Saboyas sobrevuelan repetidas veces nuestro sector arrojando dos bombas sobre Laspuña y oyéndose explosiones en Hospital de Tella. Bombardean Salinas con bastante intensidad pero sin consecuencias. Se retiran a las 10,15 en dirección Sur. A las 13 horas, tres Junkers procedentes del Sur atraviesan nuestro sector dirección Plan. A las 13,20 horas, procedentes del Sur, cinco Junkers, al parecer los mismos que la vez anterior, se dirigen por nuestro sector hacia Plan y a las 13,30 horas tres Junkers hacen otra incursión en dirección a Plan ”.
El último de aquellos citados días, y como refuerzo de la 3ª de Navarra, la unidad fascista que tenía cercada a la 43ª División desde el 14 de abril anterior, es subdividida en tres Agrupaciones, al mando respectivo del coronel Moliner la 1ª, del teniente coronel Moriones la 2ª, y del coronel Iglesias la 3ª, unidades que pasaran a ser denominadas con los nombres respectivos de sus oficiales en jefe, y fue precisamente entonces cuando llegaron a aquel frente pirenaico procedente de Tremp la Agrupación del C.E. Marroquí, al mando del teniente coronel Lombana.

1) 72 BM en Bielsa
La Brigada Mixta nº 72 en Bielsa, Museo de Bielsa.

Dicha unidad renombrada por el mando nacional como Agrupación Lombana, estaba compuesta por dos banderas del Tercio, la 16ª y 17ª, dos Tabores de Regulares, el 9º de Tetuán y el de Ifni, y el 73º Batallón de Toledo. Como acompañamiento de aquella agrupación llegó también una enorme masa de artillería, compuesta por dos baterías del calibre 65, tres del 105, dos del 155, más otras dos de 105 milímetros de montaña.
Tropas de cerco a las que apoyaran desde el aire los aviones de la Brigada Hispana, que enviara aparatos Junkers-52, Heinkel-45 y Heinkel-51. Actuación aérea que hasta hace muy pocos años los historiadores franquistas negaban, al tener un interés muy particular en hacer creer que las terribles destrucciones de aquellos valles habían sido debidas a los incendios de las tropas republicanas en retirada, cuento idéntico al de Guernica.
Recibidos aquellos refuerzos, las tropas asaltantes pasaron a contar con un total de unos 14.600 combatientes, lo que sobre el papel significaba una proporción de dos a uno con respecto a la 43ª División. La artillería de la 3ª de Navarra, que hasta entonces contaba con 6 baterías del 75, se ve incrementada a partir de aquel momento con 7 baterías más de diferentes calibres, lo que hace un total de 13 baterías y 72 cañones.
Frente a ella, la nada más absoluta, ya que su homónima, la artillería republicana hace ya mucho tiempo que había dejado de tener municiones, gracias a la política del nefasto Comité de No Intervención, tal como afirmará Beltrán en su trabajo posterior realizado en Moscú:
“De Cataluña se nos envía 10.000 granadas de artillería y varios morteros con munición, en tránsito por Francia, pero el gobierno francés, apoyándose en el Comité de no Intervención, no autoriza el paso, se recurre a otros procedimientos que, a pesar del apoyo y el interés que por parte de los camaradas franceses se tomó, no dieron resultado, quedando de esta forma la División sólo con munición de fusil para unos 5 días de combate (…) bombas de mano nos quedan 10.000 y se entregan por partes iguales a las Brigadas”.
Para intentar situar el estado humano y material de la 43º División republicana, pero tres días más tarde, tomaremos como referencia un estadillo de la 130ª B.M., una de las menos castigadas antes de la Bolsa. Gracias al mismo sabemos que aquella brigada en concreto estaba compuesta por 284 oficiales y suboficiales, entre los que se incluían 6 médicos y un veterinario, y un total de 1.991 soldados de tropa, lo que da un total general de 2.275 hombres. De material rodante, únicamente tenían para toda la brigada 3 ambulancias y un pequeño coche ligero. En el capítulo de “semovientes”, 14 caballos y 180 mulos. Y en cuanto hace a las armas, la brigada contaba con 1.616 fusiles, 48 fusiles ametralladores, 26 ametralladoras y dos morteros. Oficialmente no había pistolas.
Contando los servidores de las armas automáticas, más los fusileros, resulta que, hay casi 500 hombres de la brigada que no estaban armados. Pero eso sí, la brigada tenía un total de 1.460 caretas antigás, que se supone que no les debieron prestar ningún servicio útil.
Sobre el mismo cálculo, y por pura aproximación, se puede también cuantificar que el conjunto de las tres brigadas de la 43ª División, en aquellas mismas fechas, debería sumar unos 7.000 combatientes teóricos. De los cuales, y tal como ya se ha visto, habría que deducir, por lo menos, que unos 1.500, que estarían sin armar.
A aquel total general habría que sumar las compañías sueltas, las de servicios o las añadidas, que no alcanzarían más de 600 hombres más, muchos de ellos también sin armar. De ahí que aunque la unidad pudiera contar con unos teóricos 7.600 hombres, de combatientes efectivos y armados no sumarían muchos más de los 6.000.
De esta forma, al final de la Bolsa, y deducidas las bajas por muertes, por evacuación, por pasados o por caer prisioneros, se podrá entender que la división se repliegue, según cifras francesas, con casi 7.300 hombres. Muy lejos, en todo caso, de los 9.500 combatientes que daba el prolífico autor Mariano Constante para aquellos mismos días, o de los “un poco más de 8.000 combatientes”, que calculados a bulto, y según la misma fuente, serán los que según él repasaran al final la frontera.
Pero el número de hombres no será decisivo en el bando republicano, ya que aquella carencia se suplía con el dominio que los asediados ejercían sobre los puntos más elevados de la zona, y así lo que en realidad permitió a los fascistas lanzarse al ataque definitivo el día 9 de junio, fue fundamentalmente el apoyo de cobertura que le dio su gran masa artillera que poseían, en especial la de los potentes cañones 15,5 mm, ante los cuales los republicanos no podían responder. A aquella ventaja artillera de los rebeldes se debe sumar la excelente cobertura aérea que, aparte del Grupo 6-G-15 de Heinkel-45, prestaran los Junkers-52 de bombardeo.
Así al clarear el día, las tropas fascistas protegidas con aquel poderoso paraguas de fuego, en su caso la Agrupación Moriones, reforzada por la recién llegada Agrupación Lombana, recién subida por el valle de Benasque, arremeten contra la Bolsa pero por el este.
En esta ocasión, aquella embestida fascista la tienen que soportar las posiciones republicanas más avanzadas que guarnecen el sector de Barbaruens, en su caso las situadas en el extremo oriental de la sierra de Cotiella, o las situadas sobre el collado de Sahún, defendidas todas ellas por las gentes de la 102ª B.M., y ante semejante empuje de fuego, artillero y aéreo, las posiciones gubernamentales no tardaron en caer.
La caída de aquellas posiciones republicanas, que costó a los asaltantes 92 bajas, contra 10 muertos y 18 prisioneros en el bando gubernamental, provocó de inmediato la rotura de la línea principal de defensa de la 102ª B. M. republicana. Y a su vez puso en peligro el flanco izquierdo de la 72ª B.M., que a causa de la rotura de aquella línea, se verá obligada a tener que abandonar sus posiciones más avanzadas situadas en la Peña Montañesa, en un intento de las unidades republicanas que hasta entonces las guarnecían por no quedar “copadas” por el enemigo.
Maniobra de evacuación que facilitó en buena medida la valentía y coraje del teniente José Cortés Aznárez “el Guerrillero”, que con un grupo de ocho voluntarios, muchos de ellos antiguos combatientes del batallón Cinco Villas, montaron una posición de resistencia, en el kilómetro 12 de la carretera de Ainsa a Bielsa, desde la cual intentaron cubrir la retirada de la brigada. Aquel heroico grupo aguantará valientemente hasta la tarde del día 11, momento en que se retiraron en medio de un fuerte temporal, no sin antes causar al enemigo numerosas bajas y sin sufrir ellos ni una sola.
Aquel repliegue obligado de la 72ª B.M. permitió que las fuerzas fascistas de la Agrupación Iglesias ocupar el día 10, Puyarruego, Ceresa, y de propina el mogote que dominaba Laspuña. Avance que otorgó el control del tramo de carretera junto a la confluencia de los ríos Bellos y el Cinca, movimiento de las tropas franquistas que apuntaba, al igual que el de la Agrupación Lombana, al estratégico cruce de carreteras en Salinas. Ante aquella situación el mando divisionario republicano, que hasta entonces había estado situado en Laspuña, tiene que retrocede de forma ordenada en dirección a Salinas.
En el frente occidental, subsector de la 130ª B.M., después de una violenta acción artillera a cargo de 4 baterías enemigas, así como de fuego de mortero, la Agrupación Iglesias se lanza al asalto con dirección a Puyarruego, operación que resultó inútil al ser violentamente rechazada por los republicanos. Y es precisamente en aquellos momentos cuando por primera y única vez se llega a tocar, con fuego de armas automáticas, a uno de los Heinkel asaltantes. En su caso el pilotado por José Arango, que resultará herido en una mano, al que acompaña como observador, Willy Wackoning, hijo del cónsul austriaco en Bilbao, aunque el fuego republicano no logró derribar el aparato, que sin más incidentes podrá regresar a su base en Castejón del Puente. Alcance del piloto confirmado y reconocido por las propias fuentes rebeldes.
Hecho que no frenó a Mariano Constante, que siguiendo con su peculiar estilo se inventó un nuevo modelo de ametralladora que jamás existió, más que en su fértil imaginación. Artilugio, mediante el cual, y siempre según la versión de Constante, fueron alcanzados “varios aparatos fascistas”. Alcances entre los cuales Constante hace figurar, faltaría más, uno hipotético: el sufrido por un germánico Junker. Un hecho del cual él mismo dice ser testigo, cuestión que en ningún caso recogió la documentación enemiga, y menos aún la de la 43ª División republicana:
“Tan pronto estuvieron preparadas dos de aquellas ametralladoras se emplazaron en los puntos estratégicos, una en las cimas de la Peña Montañesa y otra en los altos de Puértolas (…) Este fue un nuevo éxito conseguido que no dejó de figurar aquella proeza en los partes de la División, que aseguraban que varios aparatos fascistas habían sido alcanzados por los proyectiles; si bien personalmente sólo vi un “junker” que se daba media vuelta y se alejaba echando humo”.
Aquella “visión” de Constante está descaradamente fusilada del trabajo de Beltrán “Acciones defensivas”, donde éste en un párrafo concreto hace alusión al asunto de las ametralladoras de “plato”, vulgarmente conocidas entre la tropa por fusiles ametralladores de “disco”, y donde al igual que Constante, Beltrán también exagera su papel en aquel combate atribuyéndoles varios derribos, por otra parte nunca confirmados:
“Muy buen resultado dieron en todas las unidades de la 43 División los fusiles ametralladores de disco, éstos son apropiados para la lucha en montaña y también para utilizarlos contra la aviación, que con ellos se abatieron varios aviones al enemigo ”.
Una cosa era cierta, muchos combatientes hartos de no tener el material necesario con el que poder defenderse de los aviones, optaban por tumbarse bocarriba, y practicar el tiro al blanco con sus mausers, como si estuvieran en una barraca de feria de su pueblo, acción poco efectiva, pero que a buen seguro obligaría a los cazas a tomar altura, en evitación de alguna previsible desgracia.
Por otra parte, y de vuelta al terreno de la historia, la maniobra que han iniciado los fascistas consistía en un doble ataque por la derecha, que corrió a cargo de las Agrupaciones Lombana y Moriones. Que tras conseguir atravesar los collados Sahún y de las Coronas o Barbaruens, y llegar a la cuenca del Cinqueta, se han dividido. De esta forma la Agrupación Lombana continua en dirección al río, aguas abajo, tratando de ganar Salinas, mientras que la de Moriones, cruzando, a la vez, la imponente sierra de Cubilfredo trata de ganar las alturas que dominan el pueblo de Bielsa, por el Sur.
Aquel inverosímil avance tiene por objeto desbordar, envolver y, en su caso, atacar por la espalda las dos líneas republicanas más poderosas y difíciles de franquear, y donde siempre los fascistas hasta aquel momento habían fracasado. La primera determinada por un pequeño campo fortificado que defendía la carretera de Bielsa a la altura del Km.12, situado entre los pueblos de Puyarruego y Laspuña, seguido del tremendo espinazo definido por la Peña Montañesa, Peña Madrid, y los collados de Forquiella y El Santo. Y la segunda constituida por la imponente Sierra de Cotiella, con sus vértices Punta Llerga (2.240), Cotiella (2.912), Mediodía (2.427) y Lavasar (2.379). En la primera de aquellas líneas, la del campo fortificado, es donde resiste el teniente José Cortés Aznárez y su grupo de “locos”.
Por su parte las Agrupaciones Iglesias y Moliner, en una primera fase se tenían que limitar a presionar por el Sur y el Oeste, para luego, llegado el momento oportuno, avanzar de Sur a Norte, limpiando de enemigos la sierra de Cotiella. Moliner, por su parte, tenía como misión ocupar de flanco la Peña Montañesa y las alturas sucesivas, avanzando después en dos direcciones sobre Salinas, donde debería coincidir con las fuerzas de Moriones, y limpiando, además, todo el terreno situado al Oeste, alargándose, de ser posible, hasta la misma frontera francesa.
Al segundo día de la ofensiva nacional, según publicara dos días más tarde “Mundo Obrero”, Antonio Beltrán, mantiene, en un lugar fronterizo no revelado, una entrevista con un tal Colín, presidente del Comité francés de Ayuda a los refugiados del Norte. El mismo personaje, al que Beltrán no pone nombre en su trabajo de Moscú, y el mismo personaje que había intentado de forma infructuosa pasar armamento y munición a la cercada división.
El motivo oficial de aquella reunión fue la coordinación de los medios con los que poder abastecer a la poca y sufrida población civil que aún quedaba en Bielsa. El real no es otro que preparar en el más estricto de los secretos el recibimiento de la unidad al otro lado de la frontera.Colín, tras tomar buena nota de los detalles del plan de retirada que Beltrán tiene previsto, promete hacer todo cuanto esté en su mano ante las autoridades francesas, que a estas alturas de la historia ya no puede ser mucho. El mismo Beltrán reconoce en su trabajo la existencia previa de dichos contactos: “…cuya autorización había sido recabada de antemano por el Jefe de la 43 División con el Gobierno Francés”.

Los espías franquistas en acción

Por otro lado, y según los agentes de información franquista, el trasiego que hay en el otro lado de la frontera es un auténtico escándalo. Ya que la 43ª División, incluso, tenía ocupada dentro de Francia una franja de unos 12 Km. en el valle de Rioumajou, así como tres pueblos franceses: Plan de Aragnouet, el propio Aragnouet y Fabián, en los Altos Pirineos. Para más inri, acampados en las cercanías de Le Plan hay unos 150 milicianos españoles, en medio de la indiferencia más absoluta tanto por parte de las autoridades francesas como de la propia gendarmería.
El cónsul republicano de Tarbes, al parecer estaba viviendo de forma permanente en el pueblo de Fabián, concretamente en la fonda de “Chez Fourcadet”, donde día y noche hacían guardia 10 milicianos españoles, y donde se recibía diariamente, procedente de Parzán, el correo del Estado Mayor divisionario. Pero según las mismas fuentes franquistas, el verdadero puesto de mando de la división estaba situado en el hospicio de Rioumajou, dirigido por la C.G.T. francesa, pero que al parecer actuaba, según los espías franquistas, bajo la supervisión del Frente Popular francés.
Siempre según los agentes franquistas, los víveres, e incluso el material de guerra, que llegaba a la zona mediante camiones, se repartía entre los tres pueblos ocupados por los milicianos, y desde allí partían hacia Bielsa por senderos de montaña, que concluían en las antiguas minas francesas de plomo argentífero de la Géla, propiedad de la Societé des Mines de Parzán cerradas desde 1927,   que en su caso también estaban custodiadas por una fuerte guardia armada de soldados republicanos.
El transporte del material se realizaba desde Bayona a Arreau por vía férrea, y de allí a Aragnouet en camiones o en automóviles, desde aquel punto un centenar de mulos transportaban las mercancías a la Bolsa tras traspasar por el Puerto Viejo de Bielsa. La misma ruta seguía también el carburante que en Fabian se traspasaba de los camiones cisternas a bidones, hecho que había obligado finalmente a intervenir al Prefecto. El 10 de junio, se había visto embarcar en Fabián una partida de dos mil cascos nuevos, modelo del ejército francés, cascos que nunca llegaran a Bielsa.

Cartel BIELSA (2)
Sello conmemorativo que aparece en un cartel del Museo de Bielsa.

Por otra parte, la línea eléctrica de la central de la Barrosa, situada en el término municipal de Bielsa, se había prolongado de forma provisional hasta la misma frontera. Del mismo modo que también se estaba construyendo lo que era una verdadera ruta estratégica, alargando y ampliando, el camino del Puerto Viejo de Bielsa, obra que estaba a cargo de 300 militares republicanos, una ruta que partiendo desde del pueblo francés de Aragnouet llegaba hasta el mismo puerto. Los materiales necesarios para las obras, cómo no, eran custodiados por los propios soldados republicanos.
En Col de Ourdissou, al este de Bielsa, una brigada de voluntarios de la 43ª División estaba desbrozando el camino para facilitar en este punto concreto el paso también a Francia. Por su parte tanto la gendarmería como los aduaneros ya habían abandonado todos los puestos fronterizos, situando el primer control fronterizo después de Fabián.
En sus “Acciones defensivas…”, Beltrán, no comentó nada al respecto de aquellas actividades fronterizas, “saltándose” de forma harto curiosa, lo acaecido durante los días 9 y 10 de junio. De esta manera su relato sobre la ofensiva final fascista se inició, según él, el día 11, cargando las tintas y las responsabilidades, casi en exclusiva, sobre la 102ª B.M., y de paso renunciando igualmente a relatar con detalle las respectivas odiseas sufridas por las otras dos brigadas durante aquellos mismos días. Circunstancias que afortunadamente se conocen, al haberse reseguido éstas gracias a la documentación republicana que hoy en día todavía se conserva.
La supuesta ignorancia de Beltrán, solo puede tener una explicación racional: su estancia en Francia el día 10, y por lo tanto muy lejos de su puesto de mando. Circunstancia que le debió obligar a tener que iniciar su relato en el momento que él regresó a Bielsa, liquidando lo sucedido los dos días anteriores con un simple párrafo, y que, además, no se ajustaba a la realidad:
“Los rebeldes empiezan a bombardear intensamente Plan, S. Juan y Gistáin, el día nueve se observa mucho movimiento por la Carretera de Benasque. El jefe de la 43 ordena reforzar las vigilancias y manda a los guerrilleros a adquirir noticias; vuelven y confirman que los rebeldes van a atacar por el puerto de Sahún. El día 10 continúan los bombardeos de la aviación sobre los mismos pueblos, lo que hace prever la inminencia del ataque. Por frente a los sectores de la 130 y 72 Brigada se observa durante todo el día llegada de fuerzas a las posiciones, la artillería (enemiga) hace tiros de corrección”.
De la misma forma Beltrán tampoco relata lo sucedido el día 8, concretamente en el subsector de la 102ª B.M., y justamente un día antes de que se inicie la ofensiva fascista, trastocando de aquel modo la cronología de su relato. Es de suponer, y tal como él mismo explicaba, que fue gracias a la infiltración los guerrilleros del XIV Cuerpo de Ejército, llamados en Bielsa, Grupo Especial, cuando el Estado Mayor divisionario llegó a conocer de antemano las futuras intenciones de los fascistas. Sino no tendría ningún sentido una orden fechada en el Puesto de Mando, el día 7 de junio a las quince horas, orden que le correspondía ejecutar a la 102ª B.M.
Unidad que en aquel momento tenía dos de sus batallones en línea, que su caso cubrían los puertos de las Coronas y de Sahún, y un tercero de espera en una segunda línea, situado en su caso entre el primero y el segundo, mientras que el cuarto batallón, acuartelado en San Juan de Plan quedaba de reserva.
Aquella operación debería iniciarse al día siguiente, y a la hora que creyese más conveniente el jefe de la brigada, que inmediatamente debería dar cuenta de la misma, por telefonema cifrado, al jefe divisionario. Dicha maniobra tenía como objetivo “cooperar con las demás unidades” en la rectificación de las líneas de vanguardia enlazando, en este caso, con la línea del collado de Coronas, tras la ocupación previa de Peña de las Diez y, simultáneamente, la del pico Llosat. Una vez conseguidos aquellos dos objetivos, se debería ocupar seguidamente el collado Aibón, que debería ser tomado por asalto por las fuerzas que guarnecían las posiciones más cercanas.
Maniobra que demuestrar el interés particular de Beltrán, y de su Estado Mayor, en tratar de dar consistencia a aquel frente discontinuo, haciéndolo en cierto modo más continuo, más avanzado y mejor dotado de puntos fuertes, desde los cuales se podría rechazar, con una cierta comodidad, el previsible ataque fascista. Ante aquel plan, parece que el comandante y el jefe de Estado mayor de la 102 brigada expusieron sus aprensiones a Beltrán, que rechazándolas, persistió en su orden de ataque.
Iniciada la operación lo cierto fue que no se consiguió alcanzar ni uno sólo de los objetivos previstos y que, por el contrario, las tropas nacionales lanzaron el día 9 un contraataque, que en realidad era el ya previsto en la ofensiva final, operación que impuso una sensible rectificación de líneas a toda la 102ª B.M republicana.
El anarquista Peirats, entre las muchas críticas que dirige al PCE, sobre la persecución sufrida durante la guerra por los anarcosindicalistas, en su obra La CNT y la revolución española, pone como un ejemplo puntual el caso de la 43ª División, a la que no duda de calificar como “la del cuento”. Para refendar su comentario toma como ejemplo un informe emitido por el socialista Máximo Gracia, comisario de la 43ª División, y por casualidad refiriendo que muestra de aquella persecución fue aquella misma operación. Con independencia de sus comentarios, es cierto que la operación constituyó una auténtica chapuza, y en buena medida, a causa de la falta de responsabilidad por parte del mando no de la división sino de la propia brigada.
Ya que el caso fue que cuando la operación estaba ya muy avanzada, y sin haberse disparado un solo tiro, al tener orden la tropa de actuar con sigilo, se abrió fuego desde las alturas sobre los hombres de la vanguardia, pero no desde las posiciones fascistas sino desde las posiciones ocupadas por la gente de la mismísima 102ª, o sea que fueron atacados con fuego amigo, muy posiblemente al no haber sido avisados por el mando de que aquellos hombres que avanzaban eran de los suyos.
Aquel inoportuno tiroteo puso en sobre aviso a los rebeldes que, a su vez, empezaron a hostigar a las fuerzas asaltantes con todos los medios que tenían a su alcance. Cogidos entre dos fuegos, los sorprendidos soldados republicanos no tuvieron más opción que retirarse a sus propias líneas a la carrera, no sin antes contestar a aquel fuego doble para poder cubrir de aquel modo su precaria retirada.
Mientras suceden aquellos hechos, Beltrán se plantó en persona en el puesto de mando de la 102ª Brigada, para inquirir de Hernández de la Mano, el jefe encargado de dirigir aquella operación, que le informase sobre la marcha de la misma. Recibiendo una información tranquilizadora: se estaban cubriendo a la perfección todos los objetivos. Durante el transcurso de aquella misma charla Hernández recibe un parte, donde se le anunciaba la definitiva retirada de las unidades en combate, parte que sin más comentarios se guardó en su bolsillo.
Si hay algo nuevo me avisas”, se despidió el superior. Hilario Borau, el ayudante de Beltrán, que ha podido leer de manera indirecta el parte, guardó igualmente silencio. Cuando un rato después Borau ponga en conocimiento de Beltrán lo sucedido, éste montó en cólera sin tomar, no obstante, por el momento medida alguna contra Hernández; de su moral de combate ya se podía tener una idea por el comentario que había hecho en público Hernández a fines de abril, en los inicios de la Bolsa: “Lo que estamos guardando aquí no les vale ni a las cabras”. Aquella temporal dejadez en la toma de decisiones, en un sector tan vital y expuesto, le va a costar a muy caro a toda la división en su conjunto.
Mientras aquello acontece, en los comunicados republicanos sobre los frentes no se habla de la ofensiva fascista hasta el día 11. Es más, el día 9 en la página gráfica de La Vanguardia se publican unas fotografías de un festival celebrado en teatro Poliorama de Barcelona, en homenaje de la heroica 43 División.
El día 10 de junio, según fuentes rebeldes, o el 11 según Beltrán, rotas las comunicaciones entre las unidades de la 102 B.M., por los bombardeos aéreos, y quebrada al mediodía su nueva línea defensiva, los restos de aquella brigada se trasladan, huyendo en masa, al alto de Gistaín. Antes de que esto suceda, su jefe Hernández de la Mano, y tal como describe Beltrán en su trabajo, abandona cobardemente a su suerte a las fuerzas bajo su mando, trasladando su puesto de mando sin avisar al Hospital de Gistaín, un lugar seguro y muy próximo a la frontera. Esto sin dar, ni siquiera instrucciones previas a las unidades, o abandonando los depósitos de municiones en la retaguardia, por lo que no llegarán a repartirse éstos entre los pocos combatientes que siguían luchando. Motivo por el cual, y agotada la dotación reglamentaria, corre la voz de: ¡Sálvese quien pueda!
Según la versión de Beltrán, aquella mañana él baja a Plan para interesarse por la situación del sector, sin encontrar allí al jefe de la brigada. Aquella misma noche, la Agrupación Lombana fascista ocupa Plan, San Juan de Plan y Gistaín. De la dureza de aquellos combates pueden dar idea las cifras recogidas en el “Diario de Operaciones” de la 3ª de Navarra, una de las dos unidades fascistas: 99, frente a 22 de los gubernamentales.
La noche del 11, tras ordenar el traslado de las reservas de las brigadas 130ª y 72ª a las alturas del noroeste de Gistaín, Beltrán, envía ya un poco tarde: “A un camarada (¿el comisario de la 72ª B.M. Víctor Lafuente? del PCE) para que se haga cargo de las fuerzas de la 102ª Brigada y le da la misión de mantener el frente a toda costa, mientras se retiran las 130 y 72 Brigadas a Bielsa, cuya orden es cumplida con toda precisión”.
Según la fantasiosa versión de Constante, y para la misma misión, fueron destinados:
“El comandante Gimeno y el capitán Mallé –los dos comunistas […] pero ni el uno ni el otro pudieron trasladarse a sus puestos, pues ellos mismos se hallaban en situación muy difícil en el sector de Tella a Salinas”.
Pero en su comentario Beltrán va más allá, acusando directamente al jefe de la 102ª B.M., Hernández de la Mano, según él “socialista”, de ser el responsable máximo del hundimiento del frente Bielsa y de la ya propia derrota final, al haber permitido con su ineficacia acelerar el final de la Bolsa: “Mientras todos estos hechos se desarrollaban y todo el personal del mando de la División realiza esfuerzos sobrehumanos para detener el avance enemigo de Gistaín a Bielsa para dar tiempo a retirar las fuerzas de la 72 y 130, el Jefe de la 102 socialista con todo su Estado Mayor se encontraba tranquilamente en Arreu (Francia), después de haber desertado y abierto el paso a las tropas rebeldes, traicionando de esta forma la causa de la República, lo que motivó la caída de todo el frente de la División, viéndose precisado el mando de la misma ordenar la retirada y cruzar la frontera francesa” .
Lo que no explica Beltrán en su trabajo, es la suerte que corrieron los antiguos jefes de la 102ª B.M., muchos de ellos substituidos por mandos leales de la 130ª B.M. que, la noche del 12 al 13, han pasado la muga fronteriza, contando con el beneplácito y el apoyo de otro socialista, Máximo Gracia, el comisario de la División. A su llegada a España serán detenidos y enviados al castillo de Figueres, donde sólo permanecerán 72 horas. Ya que, y por una mera cuestión del formulismo militar, al haberse presentado antes del plazo reglamentario para poder ser declarados desertores, nunca serán juzgados, aunque su sentencia de muerte se dictará en Salinas, la noche del día 12, durante un informal consejo de guerra presidido por el resto de los mandos divisionarios, según el testimonio personal del capitán ayudante de Beltrán.
La inesperada huida de la 102ª B.M. de su sector, y su establecimiento en una nueva línea defensiva, obliga a ceder Serveto y Señés a los fascistas, situados en el subvalle que limitan el Cinqueta al Sur y las cotas superiores a los 2.000 metros al norte, como las de Maristá y Pegueras en el sector de la 102ª B.M., al igual que Lafortunada, con una importante central eléctrica, situada en otro sector: el de la 72ª B.M. Central que durante la retirada fue volada en dos fases.
En la primera, se cegó uno de los tramos superiores de la tubería forzada o tubo de presión, que lleva el agua a las turbinas, operación que tuvo lugar el 7 de junio de 1938, técnicamente “una simple operación de ariete”. Lo que no provocó más daños para el edificio de contención que llenar de escombros la sala de máquinas, pero que operativamente ya la puso fuera de servicio.
La segunda, y definitiva, tuvo lugar cuatro días más tarde. Y la orden en esta ocasión partió del Estado Mayor divisionario, que el día 11, a las once horas, y en plena retirada, ordena sea volada la central a: “El jefe de este subsector (el de la 130ª B.M.) que será el encargado de dar las órdenes al capitán Anguita, Jefe de los Guerrilleros del XVI Cuerpo, cuando una vez se haya efectuado el movimiento de fuerzas, se habrá de proceder a la voladura de la Central Eléctrica (de) Lafortunada”. 
En la tarde de aquel mismo día 11, dicha orden fue cumplida a rajatabla por el susodicho capitán Anguita, utilizando para ello un par de obuses del 7,5 que el personaje en cuestión había estado conservando” amorosamente” desde hacía ya días .
Aquella misma noche, parte del ganado que las milicias habían mantenido concentrado en Bielsa, unas doce mil ovejas y más de mil doscientas vacas, es conducido a territorio francés, no por el puerto de Plan o de Gistaín, como informa el “Diario” de la 72ª B.M., sino por el de la Barrosa. El resto del ganado seguirá por el mismo camino en los días sucesivos.
Concluida la Bolsa los paisanos franceses elevaran una queja al Prefecto ya que 600 de aquellas vacas, que pastan en las proximidades de Tramezaygues, a medio camino entre Aragnouet y Arreau, padecen fiebre aftosa, por lo que tienen que ser controladas, por la guardia móvil y la gendarmería, en un intento por evitar que la epidemia no se propague a la cabaña francesa.
Cuestión distinta será la versión de aquella misma historia recogida por los franquistas en su Causa General, eso sí, olvidando referir las destruciones producidas en sus ataques:
“…arrastraron, cuando no lo mataron a la totalidad de la ganadería que se encontraba en este districto, cuyo resumen es, 4 mulas, 4 caballos, 101 asnos, 669 vacunos mayores, 368 crías, 931 lanares, 405 cabrios y 139 cerdos. En resumen dejando a los habitantes del mismo en la más absoluta miseria, ni casa, ni hogar, ni ropas, ni muebles, ni ganado”.
El 12 de junio, con un frío intenso y nevadas en las cumbres, el puesto de mando divisionario se traslada a unas casas aspilladas sitas en Parzán, al noroeste de Bielsa, último pueblo en el camino de Francia, desde donde se ordena el repliegue de todos los servicios, con la vista puesta en poder descongestionar la carretera y los caminos ante la inminente retirada.
Aquel mismo día los asaltantes fascistas ocupan Laspuña, Badaín, Peña Solana y Lafortunada, en una dirección, y en otra el pueblo de Belsierre, las alturas de Los Lobos y Minguasa, pueblos de Santa María, Puértolas y Bestué, prosiguiendo hacia el vértice Castillo Mayor y continuando más al Norte por las estribaciones de la sierra de Cubilfredo. La aviación rebelde, a causa del mal tiempo, permanece inactiva.
Mal tiempo que no condiciona que Beltrán, que a las 11 de la mañana de aquel mismo día, ordene a la sección de ingenieros divisionarios de Pineta continúe “construyendo el campo” de aviación. En cuya pista, y concluida la liquidación de la Bolsa, el día 19 de junio, aterrizará una avioneta que pilotaba el portugués Revelho, lo que demuestra lo avanzado de aquellas obras y el interés puesto en las mismas por el mando divisionario republicano.
Al día siguiente, el 13, y mientras que en el parte diario del ministerio de Defensa republicano afirmaba que: “La actividad registrada (aquel día) se redujo a tiroteo y cañoneo sin consecuencias por diversos sectores”, es el día en que la Agrupación Lombana ocupan Hospitales, al este de Puértolas, pasan el río Yaga en dirección a Tella, y bordeando los precipicios de las Feixas, se aproximan a éste. Mientras que en la confluencia del Vellos y el Yesa (Escalona), construyen una “pasadera” que permitirá a los fascistas adelantar sus baterías.
A la mañana siguiente, de madrugada, las posiciones gubernamentales de Tella son sometidas a un duro castigo, al ser bombardeadas por cinco baterías y un gran número de morteros, y por si aún no fuera suficiente también las bombardean y ametrallan hasta el mediodía siete Heinkel, que arrojan a su paso 280 bombas, para al final acabar siendo ocupadas, desmantelándose así todo el dispositivo republicano de defensa en aquel sector.
Aquella maniobra, sumada a la ocupación de punta Llerga, en el Sur, de donde previamente se han retirado los gubernamentales en dirección a Salinas, tras lanzar un desesperado contraataque, y la caída de Sin al anochecer, a cargo de la Agrupación Lombana, cuyas pérdidas humanas harán necesario su relevo al día siguiente, pone bajo el fuego cruzado de los cañones asaltantes un gran tramo de la carretera de Bielsa.
A la izquierda se ocupa Escuaín, efectuando el enemigo un reconocimiento sobre Sierra Custodia, partiéndose del valle de Ordesa y cayendo sobre la retaguardia republicana, lo que obliga a las fuerzas de aquel sector, la Compañía de Depósito y la de Guerrilleros, a tener que retirarse por los imponentes murallones del cañón de Añisclo, a Pineta.
En el Cinqueta los fascistas ganan las estribaciones de la Sierra de Cubilfredo “viéndose precisadas las unidades durante la noche a subir, utilizando sogas”, para luego atacar, ya de día, las alturas, lo que les permite establecer contacto mediante el fuego con las tropas propias que remontan el Cinca.
Hacia las 9 de la mañana de aquel mismo día 14, miembros pertenecientes al grupo de Destrucciones de la 43ª División, ponen a disposición del personal médico y de los empleados del hospital de Pineta, cuyos 240 heridos habían sido ya evacuados a Francia durante el día anterior, dos camiones y una ambulancia para que se puedan trasladar a Bielsa, a continuación el grupo de Destrucciones prende fuego al edificio.
A lo largo de la jornada, sin ya una sola granada de artillería, se procede a inutilizar, llevándose el mecanismo de cierre, los cañones de la 9ª Batería, que se abandonan inútiles en las minas de Parzán. A diferencia de estos, los de artilleros de la 7ª, los anarquistas, traspasan el puerto con ellos, con las dificultades que ello conlleva, entregándolos intactos a los franceses, hay fotos que lo confirman.
Una parte del parque móvil se concentra al final de la carretera, justo al lado de la central de la Barrosa, arrojándose en aquel punto los vehículos al río, mientras que los camiones que ya no disponen de gasolina para poder desplazarse a la central, son quemados in situ, en hogueras que se alimentan rudimentariamente con boj, pues tampoco no quedan explosivos.
Un combatiente catalán recoge en su diario una parte aquellas escenas:
“A las 4 emprendo el camino en dirección al Hospital de Parzán. Un caballo rubio, muy bonito, que requise ayer por la noche, me lleva el equipaje. Nos paramos en una “chavola”, más arriba de la Barrosa. La aviación durante toda la mañana bombardea Parzán y Bielsa con gran intensidad. A la una empiezan a pasar fuerzas en dirección a la frontera. Una carreta del hipomóvil cae al río. Repartimos el suministro y el tabaco que tiene la Agrupación y a las 5 de la tarde empiezo a caminar “cara a Francia” como dicen aquí. Al llegar al Hospital de Parzán veo como tiran los camiones al río. Reparten potes de leche, mermelada, carne y más tabaco. Empiezo a subir al puerto. Cerca del puerto como pan y queso. Paso la línea de separación a las diez.”
A las catorce horas, Beltrán, desconociendo la situación real del frente, ordena a única unidad que le queda en punta, la 72ª B.M. que se repliegue de sus líneas y que tome contacto con la 130ª, en un intento de establecer con ambas otra nueva línea de resistencia, por encima de Salinas. A la carrera, bajo el fuego cruzado del enemigo, los hombres de la 72ª acuden a la cita, pero la 130ª ya no está en su sitio, por lo que 72ª, al ver su flanco derecho desprotegido, sin detenerse, prosigue a marchas forzadas hacia Bielsa. En el Sur, el cruce de Salinas es tomado por los fascistas.

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El segundo por la izquierda es Beltrán y el más alto de todos es Tagüeña, se distingue también a Enrique Lister (cuarto por la izquierda). Fuente: Antonio Gascón.

Con las primeras luces del día convergen sobre Bielsa los batallones 519 y 520, de la 130ª, y los números 286, 287 y 288, de la 72ª, a los que se une uno de reserva, el 405, procedente de la 102ª. Y con ellos se da orden de formar una línea de resistencia escalonada, que ocupan en primer lugar los dos batallones de la 130ª B.M., con el 405 como reserva, unidades que al amanecer, y en los puentes, consiguen contener a dos sucesivas oleadas enemigas.
A las diez de la mañana, y según el “Diario de operaciones” de la 72ª B.M.: “9 Heinkel-51 bombardean nuestras posiciones de primera línea y a las doce los pueblos de Bielsa y Hospital de Parzán ocasionando algunas bajas, entre ellas la del heroico capitán de Ametralladoras del Batallón 288 D. Andrés Xandri Serrano”.
Lo que no especifica el “Diario” es que, en la última pasada, la aviación fascista había arrojado bombas incendiarias que han convertido ambos pueblos en hogueras gigantescas, que con sus resplandores continuaran toda la noche iluminando los combates y el paisaje. O que Andréu Xandri, el capitán muerto, no en Parzán, sino en el mismo puerto, era uno de los fundadores más carismáticos de las antiguas Milicies Pirinenques, y, a su vez, antiguo oficial de su controvertida compañía de esquís.
Mientras tanto, y a espaldas de la primera línea, el batallón 287 y todas las compañías de Servicios, reciben la orden inmediata de que, en marcha ordinaria, evacuen y crucen la frontera. En medio sólo quedan, como reserva, los otros dos batallones de la 72ª, uno de los cuales, el 286, al mediodía pasa a cubrir primera línea junto con el 405. Lo que permite un pequeño respiro a los fatigados hombres de la 130ª B.M.
A la misma hora, se ordena al batallón 288 retirada en dirección a Francia. A las dos de la tarde los fascistas vuelven al asalto, en medio de una barrera de fuego artillero y de mortero, siendo nuevamente repelidos. A media tarde se da orden de que al anochecer, el 286 y el 405, se replieguen, primero, a una segunda línea donde ya está fortificada la gente de la 130ª, que serán los encargados de cubrirles las espaldas, y que desde aquella línea emprendan la retirada en dirección a los puertos de Parzán y Bielsa.
En el sector oriental, tras conseguir resistir toda la jornada a las tropas de la Agrupación Lombana, quedan restos de la 102ª, pero abandonados de sus mandos, al haber huído a Francia por el puerto de Urdiceto. Junto con ellos hay un batallón de reserva, el 517, enviado en su apoyo, unidades que reciben una orden a las 17 horas del día 15, que más que cumplida ya su misión, deben cruzar aquella misma noche la frontera, haciéndolo por el puerto de Hospital de Gistaín. Lo que significa de hecho el dominio absoluto, por parte de los marroquíes, de las alturas al Sur de Bielsa.
A las 4 horas del día 16 el último soldado cruza la frontera española adentrándose en Francia”, concluye lacónico el “Diario de operaciones” de la 72ª B.M. Más ilustrativo, Beltrán, declara a “Le Patriote” de Pau: “No queda tras nosotros ni un herido, ni un prisionero, ni una acémila…”.
Menos lacónico se muestra Beltrán cuando concluye su trabajo en Moscú en mayo de 1941:
“Gracias a la buena cooperación de todas las subdivisiones y servicios pudo la 43 División Republicana resistir durante 166 días en el Pirineo Aragonés aislada de las demás unidades del Ejército del Este, cuya resistencia demuestra la alta moral combativa de todas las fuerzas, así como el estado de disciplina de las mismas, la confianza, el respeto y el cariño de la tropa hacia sus Jefes y Comisarios, condición indispensable para sostener una lucha en condiciones tan difíciles como lo realizó la 43 División del Ejército Republicano Español”.
En el puerto, y por orden de la gendarmería, han quedado abandonadas las armas junto con las municiones sobrantes, que posteriormente serán trasladadas y depositadas, de forma provisional y por orden del ministro francés de la Guerra, en el cuartel del regimiento de Húsares de Tarbes. Armas que regresaran a la zona republicana antes del cierre de la frontera oriental, en dos expediciones, según informará posteriormente un agente franquista. A la tropa se la traslada aquella misma mañana, en autocares y camiones, desde Aragnouet y Fabián hasta Arreau y, una vez hospitalizados los heridos, se les concentra en la plaza de la estación.
Allí, una comisión presidida por el subprefecto de Bagneres de Luchon, al que acompañan el comisario especial Sacace y un oficial de gendarmería apellidado Dayris, lleva a cabo, en presencia de fuerzas militares francesas venidas al efecto desde Pau, un referéndum, similar al sufrido en marzo por la 31ª División republicana, para establecer por dónde desean ser repatriados los combatientes.
Y en tanto 411 hombres y 5 enfermeras eligen dirigirse a Irún, a donde marchan aquel mismo día 80 de ellos y las cinco enfermeras, a los cuales seguirán al día siguiente los restantes pasados a Franco, los otros 6.889 soldados republicanos restantes optan por reincorporarse a la España leal. Para ello se dispondrán dos convoyes en los que, tras recibir unas raciones en frío, serán llevados bajo custodia aérea a Port-Bou.
Por su parte, el balance de bajas nacionales en Bielsa se salda, sólo en la 3ª de Navarra, y sin tener en cuenta, pues, las correspondientes a la Agrupación Lombana, sobre la que no existen detalles precisos, con un total de 735 entre muertos y heridos. Producto de los combates contra la 43ª División, desde el 5 de abril al 15 de junio de 1938. Luego, qué sentido tiene la frase del militar e historiador rebelde Martínez Bande, cuando afirmaba que “la moral de los soldados de Beltrán (durante la Bolsa), pese a los rigores del clima, sí podía ser muy buena por la sencilla razón de que no combatían”: habrá que reconocer pues que ninguno.
Dentro de los detalles humanos de aquella retirada, uno de los últimos lo protagoniza el propio Beltrán. Antes de evacuar Bielsa, “el Esquinazau” va en busca del cura de la población, Constancio Escalona, al que nadie ha molestado y al que sabe camuflado bajo un atuendo campesino y, sin más, le larga: “¿Qué mosén? ¿Se viene con nosotros o se queda?” Apenas atina el buen hombre a responder: ¡que se queda! Claro que hay curas y curas. A Francia pasaran dos, mezclados con los combatientes republicanos, Ambrosio Ayuso Pizarro es uno de ellos, ex comisario de compañía y capitán republicano de corazón. 
Al día siguiente, Mundo Obrero glosará así la retirada:
“La 43 División ha tenido que abandonar sus posiciones pirenaicas después de dos meses de heroica resistencia. Ha dejado los picachos fronterizos como dejaron los defensores de la República la destruida Irún: con orgullo de haber combatido hasta el fin por la libertad de la patria. Ni la aviación del Reich, ni la Artillería de Mussolini, ni las numerosas divisiones lanzadas contra nuestra 43, la han vencido. Ha hecho la retirada cuando el último cartucho se había quemado… Ésta fue la causa de la pérdida de Irún, y ésta es hoy también, el motivo de que los cañones germanos se hayan instalado frente al territorio francés…”
Y es que “nada pueden bombas, cuando sobra corazón… “


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